lunes, 29 de septiembre de 2008

VIDAS PARALELAS (2008)

de Rocío Lladó

Disfrazada de producto comercial, esta propaganda redentora de la imagen del Ejército peruano ante la escarmentada sociedad bosqueja ser una película de reflexión, pero sufre de tal inocencia que queda bien como una superproducción escolar dedicada al día castrense, queriendo mostrar ambos polos de la violencia valiéndose del cursi divorcio de una amistad que desquebraja por las circunstancias borrascosas del terrorismo. El resultado arroja un paralelismo ridículo entre la violencia protectora (el ejército) y la violencia subversiva (los terroristas) en carnes de los protagonistas: Felipe (Óscar López Arias) y Sixto (Renzo Schuller), tomando como base al deber y a la convicción en ambos para alegar que las armas se levantan sólo para hacer justicia, mas no para ajusticiar. Digo ridículo por la hechura de paporreta en la alternancia de las “vidas paralelas” de los opuestos protagonistas, intercalándolos en situaciones clisés cual esclavos de sus estereotipos; además de los parlamentos solemnes recitados como fallos concienzudos y aleccionadores de la razón militar hacia una sociedad indiferente, que se entiende proclive a caer en el mismo cataclismo si tan sólo se le punza la llaga. Es que si el guión lo hace –en este caso cuesta creer que alguien escribió algo- un capitán del Ejército, ¿se puede esperar una perspectiva amplia del conflicto o solamente queda atenerse a la unilateralidad de los que se avergüenzan de su parte en el capítulo real, y por eso lo reescriben tan magnánimo que produce rechazo por calculado? Ergo, que el tema esté manido a no más, por diversas fábulas urbanas de tinta roja desde hace décadas, lo hace aparte una historia tan predecible como para desenlazarla sin equívocos con tan sólo verla 20 minutos como máximo. Vidas paralelas es maniquea, sobre todo aburrida.



Empero mejor hablar de ella en sus aspectos no cualitativos con los que sí marca estadísticas resaltantes, como el de ser la primera película producida por un ente estatal como lo es el Ejército Peruano, en conjunto con una institución universitaria como “Alas Peruanas”, la cual también es primeriza en esas lides, además de ser la parte a cargo del presupuesto, compuesto por la holgada suma de 600 mil dólares, más locaciones facilitadas por las fuerzas militares en gratuidad, siendo esta su asignación en la coproducción. Por si fueran pocas las nuevas, la universidad, ahora productora, antes mencionada anuncia la implementación de una Escuela de cine en su campus a propósito de esta entrega, que sirve como excusa para el lanzamiento de tan ambiciosa gestión. En Lima, iniciativas como esa lloran por reflejos, pues centros que imparten lecciones de cine existen a cuentagotas, son casi invisibles; en cambio, proliferan las Facultades de Comunicación y Periodismo, que sirven cursillos de teoría y práctica en vídeo, representando un penoso simulacro de lo que es hacer un film en sus reales condiciones. ¿Cómo pensar en hacer una industria si no existe siquiera una cuna de cineastas? ¿Por qué pedimos dinero si lo que nos falta es material humano? Primero es lo primero, señores. Muchos de los que logran estrenar sus óperas primas lamentablemente hacen su “debut y despedida”, añadiendo más cabezas caídas a la larga lista de proyectos fallidos a cargo de jóvenes promesas. La precariedad del sistema educativo o escasez de granja de autores queda sometido a la vergonzosa exposición cuando cineastas peruanos con títulos extranjeros presentan sus películas que terminan siendo de las más destacadas de los años últimos en lo que a cine nacional respecta, como los casos de Chicha tu madre, del “argentino” Quattrini; Madeinusa, de la “española” Llosa o Días de Santiago, del “gringo” Méndez. Con ejemplos tan clarificadores como esos no hay mucho que detallar.


Volviendo a la película, para hablar de su contexto ochenteno, rememoro atribulado que por esas fechas la sierra peruana, principalmente, fue sumida por las manifestaciones terroristas del grupo Sendero Luminoso, que ultrajaron cuantos pueblos pudieron a la vez que aniquilaban las enclenques resistencias de los campesinos, responsabilizándose de los decesos de miles de indios (70 mil aprox. según el informe final de la comisión encargada: CVR) durante caóticos 12 años. Sobre este negro episodio de la historia republicana peruana medita la película, pretendiendo lograr conciencia social, de la recapitulación y el recuerdo ensangrentado de esta tragedia civil, aspirando así a prevenir vestigios de reedición, pero con apelación a la fórmula para sensibilidades pueriles, adormecedora por la ufanía del cachaco solidario, que como héroe perjudicado hace sus pataletas formales en la escena final: una cita judicial, en la que la directora Rocío Lladó hace un cameo mediocre por su casi silabeo de los pocos parlamentos encargados. Esta escena final dice en palabras lo que las escenas previas dijeron plano a plano, o sea una redundancia pedante por lo que el mensaje significa en sí, una solicitud de gratitud pública para con los armados, aparte que denuncia de desmemoriados a los civiles por castigar a los héroes anti-subversivos con el olvido, casi acuñándonos la culpa del por qué no tienen estatuas ni bustos en las plazas.




Cito una involuntariamente jocosa frase que la directora dijera sobre una de sus referencias: “Apocalipsis now está entre mis referentes, aunque tuvimos sólo un helicóptero en lugar de un montón” (sic). Esta oración tiradísima de los pelos ventila el cáncer maligno que fue para los que conformaron este proyecto la alarmante falta de ubicación o ego inflado cual dirigible, no teniendo en cuenta, al parecer, que otros aparte de ellos mirarían el filme y sacarían sus propias conclusiones, muy distantes a las que manifiestan con su altanería, por cierto.

Esta mínima película universitaria vale más como parte del conjunto de los 5 largos, que conforman la entusiasta arremetida del cine peruano en sus propias salas, que como obra individual por mediocre que sea, perturbada por defectos primarios de artesano amateur. Si la producción hubiera dispuesto de docenas de helicópteros más, igualmente no tendría ningún parentesco ni señalación con la obra de Coppola, que no diferencia solamente de Lladó en los recursos económicos, para su pena, y para gracia mía.

Aún así, Vidas paralelas tiene la adversa batalla por recuperar los miles de dólares invertidos, apelando a sus 39 copias para exhibirse en 41 salas en todo el país. Habría que ver si es que la gente opta por dejar su conciencia social en manos de esta cofradía castrense-universitaria muy poco carismática. Por parte mía, despavorido siento desde mi butaca vivir otro terrorismo, que ha cambiado las bombas por sonatas de bombo en celuloide.

3 comentarios:

Dreampicker dijo...

El que tiene plata, hace lo que le da la gana. Lo malo es que alguien (la audiencia) tiene que sufrir por ello.

Hilarante esa línea que muestran en el avance: "somos de sendero luminoso.." sólo faltó añadir "de veras. aquí tienen nuestra tarjeta de visita".

Necesitamos Escuelas de Cine. No facultades que dicten cursitos.

Anónimo dijo...

La película trae a la luz temas irrefutables de la reciente historia peruana.

1. Bajo el manto de inmundas ideologías, Marxismo-Leninismo-Maoismo, Sendero Luminoso bajo la dirección de Abimael Guzmán (Teodoro García) da inicio a la violencia terrorista.

2. La supuesta proclama justiciera de los terroristas es tan mentirosa, que llega al absurdo de ajusticiar a campesinos que tenían legítimos intereses comerciales.

3. El ajusiticamiento incluía también a mujeres y niños que estaban "contaminados" por "la burguesía dominante".

4. Las Fuerzas Armadas salen a defender al Perú contra una forma de violencia para la cual no estaban preparadas. Por eso es que en una parte de la película el Teniente Cano regresa a su base para reentrenarse en un novísimo curso de comando en donde aprende a defenderse ante formas de ataque conocidas como "la guerra de guerrillas" .

5. El sistema de inteligencia entra también en la escena antiterrorista buscando información, siguiendo los pasos a varios líderes senderista, y colocando agentes encubiertos. Se muestra también algunas deficiencias de este grupo, como la contrainteligencia que los mismos terroristas hacen contra agentes de inteligencia que llegan a ser descubiertos.

6. Las Fuerzas Armandas, y por ello el Perú, gana la guerra contra el terrorismo.

7. Militares que estuvieron en las zonas de emergencia y que lucharon contra columnas terroristas, son denunciados por supuestas violaciones a los derechos humanos.

8. Los procesos judiciales contra los militares gozan de vicios procesales, carecen de garantías vitales como la presunción de inocencia, y tienen a fiscales y abogados que protagonizan actos abiertamente inquisitivos contra los militares juzgados. Inclusive la película muestra el absurdo de dictar una sentencia por asesinato cuando ni siquiera se sabía si había una persona asesinada, es mas, la tal Nina no estaba muerta ni desaparecida, sino vivita y coleando con el camarada Sixto en un campamento donde se ve que se está macerando coca. Narcoterrorismo.

9. Para terminar queda el cuadro de una columna terrorista cuidando un campamento de narcos y preparándose para reinciar la guerra contra el Perú.

Por supuesto que el guión de la película asume una postura abiertamente en contra de Sendero Luminoso, ¿y acaso eso es malo?. Yo y muchos peruanos (por no decir todos) estamos de acuerdo con la postura antiterrorista que adopta la película. Y la verdad no sé qué de malo, indigno o ridículo hay en estar a favor de las Fuerzas Armadas.

Y si seguimos con la candaleta de señalar que ambos grupos cometieron crímenes, que ambos grupos violaron derechos humanos, y cosas por el estilo, noticias como la siguiente volveran a ser de nuevo mas usuales.

NOTA DE PRENSA DE RADIO PROGRAMAS (RPP)
Miercoles, 08 de Octubre 2008

Un soldado murió en un ataque armado de remanentes de Sendero Luminoso (SL) en la zona de Vizcatán, a unos 600 kilómetros al sureste de Lima y uno de los bastiones de este grupo terrorista aliado al narcotráfico, informaron fuentes militares.

El Comando Conjunto de las FF.AA. reveló que un grupo de "delincuentes narcoterroristas-SL" atacó con armas de fuego a las patrullas militares "Otorongo" cerca de las 16.00 hora local (21.00 GMT) en la quebrada de Mazarango, en el Vizcatán.
http://www.rpp.com.pe/2008/10/08/soldado_muere_en_ataque_armado_de_sendero_luminoso_en_vizcatan/nid_140444.html

JOEL CALERO

John Campos-Gómez dijo...

Joel, todo brote artístico tendrá una postura ideológica, o en este caso toda película de corte bélico.
Personalmente, no acuso a tal o cual película por dicha postura, que puede ser racista, fachista, subversiva, vegetariana... sino por la forma solemne y hasta berrinchuda de profesarla, degenerándola a ridiculez.
Formas más inteligentes de instar a un pueblo existen, lamentablemente la utilizada por Lladó y Cía. es maniquea con roche.
Claro que estoy en contra del terrorismo, pero ese no es el punto. Estamos hablando de una película y de cómo utiliza sus recursos narrativos para hacer llegar su mensaje.
De cualquier manera, cambiando el rumbo de la apreciación, Vidas paralelas es convencional en su esquema, de introducción, nudo y desenlace previsibles, más aún si se apela al paralelismo de dos vidas contrarias y enfrentadas con los manidos tópicos del género.
Un poco esmerado guión difícil devendrá buena película, menos aún si no se cuenta con un ducho en la dirección.