Hace aproximadamente dos semanas recibí un mensaje desde la Cinerastía*, en el cual César Guerra** me pedía como favor reseñar un par de películas recién estrenadas en el circuito cultural, que también estuvieron compitiendo en el Festival de Lima en dos de sus categorías, Mejor Ficción y Mejor Ópera prima, se trata de El año que mis padres se fueron de vacaciones, de Cao Hamburger, y La edad de la peseta, de Pavel Giroud, respectivamente.
Tal pedido me cayó como balde con agua gélida, pues mi concentración estaba enfocaba en un especial de mi autoría sobre la filmografía Jarmusch para el blog de cine amigo TAMBIÉN LOS CINERASTAS EMPEZARON PEQUEÑOS (www.cinerastas.com), en el cual el susodicho César Guerra y José Sarmiento postean artículos relativos al cine con periodicidad semanal. En esa aparente confusión radicaba mi extrañeza, pues para las semanas próximas mi asignación, mi atribución sería el especial del indie gringo por excelencia, mas no lo mencionado en ese suspicaz mail, interruptor de mi cometido original; motivo por el cual estuve en disconformidad desde su emisión. A todo esto, es bien conocido el estribillo popular 'no siempre hacemos lo que nos gusta', pero una pulsión de honor no me permitía negarme del todo, pues le debía un gran favor a mi solicitante, que me daba la oportunidad de publicar mis palabreos en su visitado site.
El problema mayor era, para variar, el monetario. Mi economía a duras penas cubría la movilidad para mi centro laboral. Entonces, sin solución visible o palpable, no tenía más opción que dejar pasar esa indeseada oportunidad... Estaba presto a eliminar ese mensaje electrónico, para decir adiós a ese episodio agridulce y confuso, cuando de la más pura casualidad me percaté de la postdata, en la cual Guerra se comprometía a pagarme las entradas a cambio de mi asistencia cuasi obligatoria a esas funciones nocturas. Ya no tenía objeción valedera para faltar a las proyecciones, sólo tenía que ajustar mi horario y dejarle a la voluntad divina la calidad de esas cintas. Por lo menos, la película de Hamburger venía precedida del Premio del Público en el festival local, en cambio la cubana era una perfecta desconocida.
Una semana después de la llegada de ese correo pude hacerme espacio en mi desordenado horario para ir al CCPUCP, único reciento emisor de las películas en cuestión, y hacer mi tarea. Las impresiones de mi visionado ya han sido posteadas anteriormente, por lo cual, no es el caso hablar de esos aspectos en esta oportunidad... La primera función, la de Giroud, daba inicio a las 7.45pm, y a la cual llegué con 5 min. de retraso, además de tardar otros 5 min. más para ubicarme en la historia. Juré, a raíz de eso, no volver a faltarle el respeto al cine siendo impuntual. Su fin llegaría aproximadamente a las 9.20pm, el clima que me esperaba fuera sería un punzante torturador para mi frágil garganta; por ello, no dudé ni 5 seg. en regresar al edifico y esperar los 40 min. faltantes para la próxima proyección: la brasileña El año que mis padres se fueron de vacaciones.
Esa ha sido hasta la fecha mi última experiencia cinéfila frente a un ecran, la cual fue regularmente satisfactoria. Al final del último visionado, mi motivo de mayor preocupación se convirtió la cercanía a la medianoche marcada por el reloj, cada minuto transcurrido se llevaba consigo más posibilidades de poder encontrar un bus que compartiera mi ruta... Para agregarle dramatismo a mi tragicómica situación, una copiosa lluvia ambientaba los exteriores del recinto cultural, aledaños y más lejos... Tras estar estacionado aproximadamente 20 minutos en el paradero, leyendo el nro. 5 de Tren de Sombras, un milagroso bus me cegó con sus luces frontales anunciándome su deseo de querer llevarme en sus asientos. Era la línea 21, la misma que transita por mi barrio, tanto de ida como de vuelta, salvando así mi bolsillo más que mi integridad física. Ya estaba a pocos segundos de resignarme a tomar un no barato taxi para llegar lo más rápido posible a mi dura cama.
Bueno, sólo gasté un nuevo sol, pero llegué -lenta y- finalmente a mi hogareño destino, traspasé el umbral para buscar arropo en la calefacción de mi casa, donde dormiría tranquilamente después de haber cumplido con la petición del deseperado cinerasta.
Hasta tu próxima joda César....
*Término utilizado por César Guerra para denominar el lugar de procedencia de sus mensajes.
**Autodenominado cinerasta. Cooeditor del blog de cine TAMBIÉN LOS CINERASTAS EMPEZARON PEQUEÑOS.
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