sábado, 13 de octubre de 2007

EXPERIENCIAS CON Y EN EL CINE VII


En un arrebato deliberado retomé mi cinefilia en su estado más puro. La piratería facilista fue momentaneamente dezplazada para que el ritual en una sala oscura con pantalla gigante retomara el sitial perdido por pulseo desigual. La cartelera limeña palidece al lado de los regordetes catálogos expuestos en los stands del pasaje 18. Por motivos obvios y convenientes omití a la parafernalia de las multisalas para optar por la variedad pirata, la cual me ofrece más y mejor cine por menor precio ¿Cómo rechazarla?

Estás últimas semanas nuestra humilde cartelera ha recibido visitas inesperadas de distintas partes del orbe: Hungría (Campos de esperanza), Italia (Manual de amor y El tigre y la nieve), Tailandia (El arte del diablo), Estados Unidos -indie- (Little children). Todas ellas interesantes -más por el aire fresco y diferenciado que brindan a la lista de películas en exhibición comercial que por su calidad como obra.

Como dije al inicio, esta semana regrese a las multisalas con el mayor optimismo. Martes y jueves dije presente en los Cineplanet de San Miguel y Risso, respectivamente, para presenciar filmes no de marca gringa sino de sello 'internacional'. Los gringos figuran tanto en nuestro medio cinematográfico que ya se les atribuye calidad de residentes. Por eso, todo lo que no venga del coloso del norte causa extrañeza y expectativa para los cinéfilos desesperanzados del reflote de su propio medio exhibidor de películas.

El martes ('día del espectador') con berrinche impropio de la edad pude sangrar algunos 'nuevos soles' del bolsillo de mis dadivosos padres para poder ir (en combi), ver (sin cancha ni gaseosa) y regresar (en taxi, para mi suerte) del cine. La elegida para mi reencuentro con el ecran fue la desapercibida obra italiana Manual de amor, reseñada hace un par de días en este mismo espacio.

Es reconfortante 'sentir' la banda sonora hasta en la nuca, así como segregar la mirada para intentar no perderse en todo el campo visual. Eso es el cine: grandeza, imponencia y confort.

Si la película me haya gustado o disgustado es un dato secundario, pues la experiencia del reecuentro es la protagónica y anecdótica en ese martes atípico. Uno mismo ya olvida el placer de disfrutar una pasión en su contexto adecuado como es una obra cinemtográfica en la sala oscura; el cine 'extraído' de su realidad llamado DVD es el consuelo de los infortunados peruanos ajenos al mejor cine del planeta, que no tienen más opción que escuchar inglés en cada estreno semanal hasta que los multicines colapsen... Dinamarca (Lars Von Trier), Bélgica (Los hermanos Dardenne), Francia (Bruno Dumont), España (Carlos Saura), Argentina (Caetano), etc. envían sus frutos tardíamente a nuestras tierras, en el mejor de los casos... El dólar sigue bajando en su cotización, así como hace mucho Hollywood en su producción de valor... Cancelé mi entrada, S/. 6.90, lo cual afortunadamente por acumulación de puntos me valió un voucher adicional para adquirir otro ticket por S/. 3 en un plazo máximo de tres meses. ¿Tres meses? El jueves ya entraba novedad a la cartelera, oportunidad pronta para hacer valer mi 'premio'.

El jueves en situación similar me cité, en Cineplanet Risso, con El arte del diablo -film de horror tailandés que será reseñado en los próximos días por mi persona. Nuevamente sin cancha ni gaseosa busqué comodidad en la estrecha butaca, en la cual puse en practica variedad de posturas -una más incómoda que la otra- que felizmente no distrajeron mi atención hacia el film. Sólo adelanto mi satisfacción al final del primer visionado -vaga satisfacción aún no definitiva, pues algunas dudas me quedaron, las cuales serán dilucidadas en el segundo intento (esta vez en versión pirata). Los resultados de ese segundo encuentro serán expuestas en la futura reseña sobre Long Khong (El arte del diablo), prometida para la próxima semana a más tardar.

Quiero seguir en esa senda -ojalá la economía y la cartelera me lo permitan- ahorraré ripios y cutrearé sencillo para que se haga esto un poco más sencillo. Además de esperar al martes para comprar el ticket más barato. (Casi) ruego que los jueves de estrenos sigan con esos caprichitos bienhechores para los agradecidos cinéfilos hollywoodfóbicos...

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