lunes, 26 de noviembre de 2007

DÍA DEL CINE: HURGANDO EN LA POBREZA


Desde el 2004 se lleva a cabo en Perú EL DÍA DEL CINE, cuyo atractivo se encuentra en que el valor de las entradas están disponibles -para cualquier película, cine y horario- a sólo S/ 3.50. En esta su cuarta edición se presentó un agregado, el cual consistió en que al adquirir un boleto para el día festivo te hacías acreedor de un cupón valedero para que la entrada del lunes siguiente sea también de S/3.50. Talvez para el 2008 se agregue el "Combo canchero" o el clásico 3x2, o quién sabe qué más, hay infinidad de posibilidades entre las cuales está la más idónea y a la vez la más difícil de darse: mayor calidad de películas en exhibición, no contentarse con la cartelera eventual de la fecha, sino re-estrenar lo mejor dado durante el año. Si no se puede todo al menos algo, ¿no?... Es el día del cine. Día para celebrar, el problema es que no hay con qué.

No soy asiduo a los multicines por variedad de razones (tiempo, dinero, desgano, falta de oferta, etc.), pero sentí el deseo romántico de celebrar el tan anunciado día de repetición anual con el entusiasmo característico de un primerizo, no de reincidente como es mi caso, y pasar una jornada larga dentro de una sala frente al écran. La motivación fue interna distante a la (triste) realidad, la desilusión llegaría al revisar el listín y no encontrar algo verdaderamente atrayente digno del día anunciado. ¡Oye! es el DÍA DEL CINE, equivalente al "día del espectador", claro, así se anuncia y se cree, así lo queremos también. Pero, lo que en verdad vemos y sentimos sería el (único) "DÍA VICTORIOSO DE LA CRUZADA ANTIPIRATERÍA" de todo el año, entendido así por el dispendioso y efusivo despliegue publicitario contrastante con la oferta brindada en filmes. Lástima que el "DÍA DEL CINE", sea solamente el "día de la entrada barata". Por eso, dudo que el séptimo arte quiera soplar la velita un día en el cual se le hace demagogia descarada.

Bueno, mi ánimo ya estaba al tope, había olvidado que estoy en Lima, donde los críticos día tras día -con razón- refunfuñan de la cartelera (otros la aprueban, hay de todo). Olvidé que los gringos abarrotan las salas con su armamento blockbuster durante todo el año (gran detalle), y fui iluso al creer que para esta ocasión se haría una excepción, que como era de esperarse, para los ecuánimes, no se hizo.

Recalco mi ánimo, nuevamente, para justificar la adquisición de tres entradas, tres películas que vi en horario sucesivos con pequeños break de interludio, durante toda la tarde y gran parte de la noche. ¿Valía la pena tanta atención? No lo sé. Sólo que en este último tiempo me dedico voluntariamente a labores de prensa, y este es un día que había que cubrir, así sea hurgando entre lo 'no mucho' de lo ofrecido en nuestro medio. Comportamiento digno de un cinerasta consumado, asimismo de un mártir sin crédito. The 11th hour (La última hora), de Nadia y Leila Conners a las 15:35; y Muero por Muriel, de Augusto Cabada, a las 17:20; fueron mi menú cinéfilo para ese día. La elección fue más que sencilla, simplemente se hizo por descarte, pues no había nada más interesante por ver, siendo las elegidas dignas de una medida atención, sea por chauvinismo, culturalismo, provocación, o lo que les venga en mente.

Cojeando, por motivos de poco interés, llego al recinto 5 minutos antes de la primera función. Las colas extensísimas en la boletería ratificaban lo que había previsto, el peruano promedio esperador de último momento estaba presente en esa cola multiplicado por cientos más, de distintas razas y géneros, elementos que conformaban la fila de espera para la adquisición de un ya codiciado boleto para ese entonces. Felizmente, para mí, pude ingresar directamente a la sala, y saltear la molestia de la cola, ¿por qué?: aproveché la opción de la preventa la víspera de la función -otro acierto de la edición de este año- aunque al ver lo abarrotado de las boleterías parece que no fue bien anunciada ni aprovechada. Con eso quedo demostrado, a primera vista, que el DÍA DEL CINE fue un éxito en taquilla. Regresando al asunto, pude ubicarme cómodamente en la butaca para intentar asimilar los mensajes de The 11th hour. A los 3 minutos de empezado el film, una jovencita emite un "NOOOO" desilusionado al enterarse recién que Leonardo DiCaprio, en esta ocasión, no haría su piruetas galantes frente a cámaras, pues aquí funge de narrador del documental pro-ambientalismo. Ella, sólo atinó a levantarse del asiento y salir de la sala enojada creyéndose engañada. Durante 90min. y tras escuchar diversos testimonios de (supongo, renombrados) ecologistas de todo el mundo, concluí en que la película tenía mucho qué decir, pero poco qué proponer. En los créditos finales mientras sonaba Politik, de Coldplay, decía internamente -para entenderme mejor- que todo The 11th hour es un alegato contra el consumismo más que un discurso a la salvación del medio ambiente, ya que denuncia las petroleras, y la utilización de los objetos tecnológicos consecuentes de la devastación, entre otras causas. Quedé con las medidas ansias de conocer alguna solución verdaderamente útil al alcance de la plebe para proteger nuestro planeta. Las estadísticas y palabreos fueron los protagonistas de este documental ambiental (¿?). Primera (y ojalá, última) insatisfacción.

Tocaba el turno a la última película nacional estrenada en las últimas semanas, la accidentada Muero por Muriel, del reconocido guionista y director debutante Augusto Cabada. El sello Iguana se hace presente con el lenguaje televisivo utilizado en gran parte de la película, el vídeo digital transferido a 35mm ofrece pésima calidad de imagen: pixeleo y decoloración. El sonido es inconstante en planos auditivos, sube y baja sin aviso ni justificación, asimismo se distorsiona y aclara súbitamente; cacofonías impresentables y vergonzosas para un trabajo de nivel profesional como el que se pretende. Muy aparte de eso, esta producción nacional es acertada en el devenir dramático, frenesís pasionales captadores de atención. Todo gira en torno al personaje de la sensual Andrea Montenegro, Muriel, quien vive un romance con el amigo de adolescencia del marido que detesta por el maltrato que este le dirige. Muriel fuerza su viudez al asesinar a Bernie, su esposo, y vivir sin tapujos sus amoríos libres. El personaje del debutante Ricky Tosso, sería el único testigo tanto de la infidelidad como del homicidio, por lo cual chantajea a la mujer para que cumpla sus placeres sexuales. Ella, en una jugada calculada, desinhibida y abyecta, logra deshacerse de los conocedores de su crimen para así quedar impune de sus delitos.

Excluyendo el juicio técnico de esta entrega, la cual sólo demuestra desidia para con la misma, Muero por Muriel es una película enfocada en las posibilidades expresivas de los personajes, lo que hace aún más encomiable la labor del primerizo Cabada, quien consigue un testimonio correcto y atinado de las expresiones actorales de su elenco. Es bien conocida la labor de Augusto en los cortos de Salvini o algunos de los largos de Lomabardi, como La boca del lobo o Bajo la piel, en su faceta de guionista; pero, el buen trabajo realizado en la dirección de esta producción desdeñada de Iguana, lo pone en la mira de los realizadores prometedores. Las conversaciones están contextualizadas o filmadas con un estilo clásico, asimismo con un desenlace de film noir que enmarca a la propuesta como clasicista en esencia. Drama pasional, que finaliza con sangre y muerte, giro no sorprendente pero casi enternecedor con una Muriel perdedora, rendida y obligada frente a un 'Oso' afligido, resignado y manipulado. Escena final que linda peligrosamente con la melifluidad, aunque solamente amaga llegar a ser así. Ricky Tosso sorprende fuera del set de TV, prejuzgué desacertadamente al señor, quien labora bien en el filme.

Salgo de mi segunda función y las calles siguen muy transitadas cerca de las boleterías, da para un rato más este día de remate. La sala 4, donde vi la producción peruana estuvo llena hasta más de su límite, incluyendo tarados tragadores de cancha que vociferaban estupideces cada vez que el pezón de la Montenegro aparecía en el écran o si alguna grosería se parlamentaba en las acciones. Es bueno aprender a convivir con todo... Esa segunda (y última) función del DÍA DEL CINE fue satisfactoria, muy superior a mis expectativas.

Sólo queda el retorno a casa, el día ha acabado con balance regular. Cada quién es libre de juzgar a su gusto la calidad de su experiencia en este día marketeadísimo. Yo, feliz por la evasión de las colas pero disconforme por la escasa variedad de oferta, pues me sobraba tiempo para una función más, pero ningún elemento fílmico me guiñaba el ojo con suficiente sensualidad como para hacer caso a sus insinuaciones. Sólo se servían menús light con comedias ligeras, bockbusters épicos o terrores de cuna. Yo preferí introducir esos S/3.50 sobrantes en el cerdito de porcelana para saciar cualquier otro antojo futuro... El cine cumplió con lo que pudo en esta ocasión, aunque aún tengo apetito.... Como salí, regreso; cojeando a casa...

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