lunes, 5 de noviembre de 2007

LA SCIENCE DES RÊVES (2006)

de Michel Gondry

Gael García Bernal (Stéphane Miroux), Charlotte Gainsbourg (Stéphanie)




Pensamientos al azar, reminiscencias del día, recuerdos pasados, sentimientos y relaciones, distracciones gozadas y pertenencias personales, son los complejos 'ingredientes' necesarios para 'preparar' un sueño según Stéphane Miroux, protagonista del filme que me dispongo a comentar: La ciencia de los sueños.

Stéphane (Gael García Bernal) regresa a París al ser contactado por su madre para un trabajo en una agencia de diseño de calendarios, el cual resulta un aburrido, soso y nada creativo oficio. Tras esa inmediata decepción conoce por accidente a Stéphanie (Charlotte Gainsbourg) y Zoé, vecina y amiga de la misma respectivamente. Este encuentro abre la posibilidad de un romance entre los vecinos, lo que sería la causante de la situación dramática en la película. La fase de enamoramiento convencional entre ambos es interrumpida y perjudicada por la distorsión de la realidad (entendido inicialmente como sueños) sufrida por Stéphane, lo que provoca conflictos, malentendidos y desilusiones.

La ciencia de los sueños trama un idilio en altibajos decorado con la retórica stop motion y ambientes oníricos pertinentes, que dan sensación de sobriedad y exactitud distante a lo melifluo y barroco dado en otras ocasiones por la utilización de los mismos elementos.

Stéphane TV es el medio que focaliza las fantasías del protagonista para alternarlas indistinta y confusamente entre fantasía y realidad, lo que le provoca más de un problema. Al inicio de la película se muestra a este medio ilusorio como producto onírico deliberado de Stéphane, quien creativo y bonachón busca expresar su intención hacedora y libertina negada en su rutina insulsa. Esto se propone de manera simpática y divertida, sin atosigar con discursos complejos de patología sicológica ni tensión dramática segregadora del público "menores de 14". Gondry urde, bajo la premisa del empleo de la fantasía, un testimonio subyugante en lo surreal, que invita a reflexionar sentidamente sobre el perdedor generador de alucinaciones catárticas, triunfales y sufridas mezclables y/o confundibles con la realidad vivencial por efecto de la explotación arbitraria de ese recurso evasor, provocando confluencia desquiciada de lo real y ficticio como de una sola línea espacio-temporal se tratara.


La ciencia de los sueños es un relato romántico, gancho propicio para la atención masiva. El francés (Gondry) plantea degradación taciturna en relación a lo proclamado en el prólogo, donde se muestra a un tímido pero simpático Stéphane que pacta tácita complicidad con el espectador, quien ve en él a su héroe de aventuras para los próximos 100 minutos y pico que dura el metraje. Esa imagen se diluye al transcurrir la cinta, pues el protagonista se devela como un insano evasor del contexto tangible, torpe y deprimente, que no emana más que lástima. Entonces, esta entrega es desengañada y melancólica, disolvente en lo emocional y progresiva en lo lóbrego, que desdibuja la fantasía de apariencia inocente para figurarla en una desventura orate lastimera contada con un ritmo mesurado, sin exabruptos, que embelesa al público introduciéndolo casi imperceptiblemente al verdadero fin de esta producción. Se emboza la intencionalidad del argumento (el perdedor desarraigado sujeto a realidades ficticias) con un distraído contexto irónico y gracioso como es la agencia de calendarios con sus pintorescos elementos (Guy, Serge, Martine), quienes son materia prima para los seudo-sueños de Stéphane.


Las características mencionadas en el párrafo anterior no son los mayores atractivos de esta entrega, pero sí los aspectos más logrados. A su vez, lo más atrayente y discutible de la cinta en cuestión es provecho del efectismo de la animación, de los decorados surreales y de la apelación a la comedia romántica, todos elementos valederos para la accesibilidad masiva del mensaje a contarse. Los términos mencionados son los que facilitan la atracción de La ciencia de los sueños como producto de consumo para una audiencia más amplia y general como lo es el público estándar "mayores de 14" .

La imagen de tenue luminosidad con colores pasteles que presenta la película aporta a que la apreciación sea somera distante a lo que se pretende con el argumento. La fotografía es clara y se mantiene con la misma tonalidad durante todo el largo, no hay paralelismo unísono entre la intención de la acción dramática diluyente con la coloración de los planos. En lo argumental, se torna lúgubre al transcurrir el relato, mientras que en lo visual se mantiene la linealidad de su propuesta inicial. Eso distrae el total entendimiento de la propuesta por no manejarse de forma constante y total en todos sus aspectos.


La receta de los sueños dictada por Stéphane al inicio de la película -y mencionada al inicio del texto- está compuesta por los elementos de la vida cotidiana que estructuran nuestra rutina, asimismo señala que las emociones en los sueños son abrumadoras como si en lo vivencial no fuera así. Entonces, desde el inicio se enuncia solapadamente la patología del protagonista, que será motor de los acontecimientos trascendentes durante el transcurso de la cinta. Fantasía y realidad, sueños y rutina están fusionados en su inconciencia.

La science des rêves (título original) es un filme de entretenimiento sumamente personal, que anima nuestra triste cartelera 99% hollywoodense. El francés plasma una alternativa habitación de cartón (o programa de TV, como se vea) que emana escapismo cobarde y desaforado a través de un tímido creador de fantasía, un Michel Gondry ficcional, a modo de álter ego...

Artículo para TAMBIÉN LOS CINERASTAS EMPEZARON PEQUEÑOS (http://pequenoscinerastas.wordpress.com)


2 comentarios:

Juniper Girl dijo...

nunca habia leido algo tan frio y amargo de una película y eso que he leido bastante... pero es el analisis que has hecho.
Saludos

John Campos-Gómez dijo...

Lo tomo como cumplido