martes, 14 de agosto de 2007

EXPERIENCIAS CON Y EN EL CINE II

¿Cómo alguien tan desorientado sobre su futuro puede inclinarse hacia las artes? ¿Lo tomaría esto como juego? Bueno, ya no sé si creer en el destino o no, pues su significado alega a que cada quien está predeterminado para una plaza y situación invariable. Aunque aún no sé si hayan sido circunstancias del azar, mi recorrer diario me acercaba cada vez más a las artes audiovisuales como si lo impulsara eso que los cursis profesan como avartares del destino .
Mis grandes y dilatados 'tiempos libres' me permitían un cuasi libertinaje para cualquier actividad. Mis pulsiones me llevaban hacia los calendarios culturales; mi alma (aparentemente) vacía me inducía hacia la distracción con películas de circuito no comercial, no teatro, no conciertos, no bibliotecas... sino ¡filmes! -mi tendencia introspectiva hacia la ficción audiovisual no se podía mostrar, ya, más obvia.
La desaforada avidez mía me llevó a conocer a muchos de los relegados de esta sociedad violenta, prejuiciosa y chabacana: los 'pavos' y desubicados; libres como pájaros en su habitat (cineclubes, bibliotecas, galerías, etc.). Personas que se refugian en actividades nada populosas y muy pretenciosas mientras nos dicen ser la élite (culturosa), y el resto el mundillo de la escoria e ignorancia. Comentario no relacionado con la narración, pero que me parece importante acotar, pues fue mi primera impresión de los inmiscuidos en mi, ya, nuevo entorno social y evasor.
Sin darme cuenta, mis ratos de ocio eran las proyecciones del ciclo del nuevo cine español, retrospectiva de Almodovar, el festival de cine europeo, etc. Empezaba a conocer a los maestros del cine y sus obras. Ahí, por fin, entendí que los gringos no eran los reyes del cinema, sino del artilugio engatuzador y narcotizante del cine banal e impersonal; que no eran artistas sino marionetas de cabezas frías y financiadoras; que en los 'Yunaites' el cine era más un negocio lucrativo que una catarsis expresiva; y que Hollywood no era la Meca del cine sino, más bien, de la explotación de rostros reconocibles.
Sin darme cuenta -por lo despistado que soy- estaba apasionado por algo, tenía claro que es lo que qería ser 'de grande'. Por fin tenía una respuesta para mi futuro claroscuro, que era ser un comunicador audiovisual (un cineasta)...
Existe, en el presente, una carrera profesional denominada así, Comunicación audiovisual, la cual se basa en convertir a sus estudiantes en raudos recurseros de los medios comunicativos, donde los empachan de teorías periodísticas, mañas publicitarias, discursos amarillistas y cualquier otro dato que les permita no morirse de hambre. ¡Eso!: Un comucador audiovisual; no es un cineasta ni, tampoco, artista, sino un 'jalacable', 'claquetero' o cualquier otro oficio obrero no más estimulante que hacer brillar zapatos; y, que con el estribillo "La competencia está dura afuera" excusan los 7 colores que nos engullen en sus cursos 1000 oficios.
Actualmente, estoy intencionalmente atrapado en ese limbo pro-cachuelero, el cual evado con autónomas asignaciones pasionales de la verdadera y pura actividad audiovisual: el cine.

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