de Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll
Andrés Pazos (Jacobo Kholer), Mirella Pascual (Martha Acuña), Jorge Bolani (Herman Kholer)
¿Qué o quién establece la monotonía en nuestras vidas? ¿Acaso nosotros mismos?... Si es así, ¿entonces salir de ésta no nos corresponde también?. Eso es lo que propone la última, de las últimas (Q.E.P.D Rebella), película de la dupla uruguaya Rebella-Stoll: la resignada verguenza frente a la monotonía, y lo que es capaz de hacerse para no aceptarla frente al resto, más lo que se pueda descubrir en el proceso. Whisky narra la reacción en cadena antirutina entre Herman (hermano de Jacobo, empresario de éxito 'desaparecido' del Uruguay desde hace 20 años), Jacobo (modesto productor de medias) y Martha (su empleada de confianza, quien acepta ser 'esposa' de Jacobo mientras Herman esté en Uruguay).
Jocobo vive la paradoja de percibir dinamismo en su reiterada rutina donde se respira habitualidad por todos los flancos. Está compenetrado con ella -la toma subjetiva al inicio del film así lo indica, en la cual penetra SU contexto a un ritmo taciturno, pero propio- de tal modo que una variación significaría una reestructuración cuasi completa de su vida; posibilidad a la cual es renuente. La situación cambia (forzosamente) cuando Herman llega a Montevideo con la excusa de celebrar la 'misa' (judía) en nombre de su madre. ¿Lo llevaría ese motivo de vuelta a Uruguay? ¿Remordimiento?, o ¿evasión de su, también, monótona vida brasileira? Jacobo sufre ese regreso como el manifiesto de su realidad. Su rutina y actualidad son vergonzosas, y él lo sabe. ¿Qué hará para disfrazar su deprimente estado? Martha es la más cercana, y en ella se esboza una solución... para ambos.
Jacobo y Martha viven la constante de los mismos episodios diarios, repetitivos pero abiertos para un cambio natural que nunca se logra dar. La visita ilumina el cuadro monolítico de sus vidas con tenue brillo que sólo depende de ellos hacerla fulgor. Jacobo necesita escaparse de la verguenza, y Martha necesita algo más que tejer medias; necesidad que los lleva al absurdo del matrimonio falso. Ese es el efecto en cadena al que me refería: tres almas solitarias que deciden salir de su unilateralismo, circunstancia en la cual uno incita al otro. (Herman -eslabón incisivo capital- a Jacobo, y Jacobo a Martha).
Whisky es el retrato de la falsedad, de la evasión; que puede ser efímera o perdurable. Depende de los intérpretes de la antirutina, quienes saben que la explotación de ésta puede convertirla en eso de lo que huyen; por eso, eligen localidad neutra (Piriápolis) para distenderse hasta que el tiempo límite llegue. En Piriápolis las tensiones se aflojan y sueltan a los intérpretes quienes revelan implícitamente sus pesares, su falsedad... Los mismos hechos los delatan: las incosistencias, la apatía, la improvisación de esas nuevas vidas- tan nuevas que no se compaginan para urdir un engaño tan desacarado como el que se pretende. Piriápolis enrostra las verdades -lo que ya no se puede ocultar- develadas en humillantes episodios como la comparación contrastante entre las parejas de recién casados (Jacobo y Martha - Dos jóvenes)en el hotel. Difieren tanto en emotividad y expresividad que desnuda totalmente la farsa ante el 'engañado', Herman.
Todo regresará a su lugar de origen, pero no todos asumen una aventura como lo que es. Martha ha aprendido (en Piriápolis) que no es un monolito; por eso, ha decidido dejar las viejas máquinas de medias, las solícitas atenciones a Don Jacobo y la supervisión de chicas que no la necesitan. Las máquinas suenan, trabajan, producen... sin Martha.
Whisky es una película lograda, contemplativa con sus personajes (como es la recurrencia del Nuevo cine argentino a la cual los uruguayos parecen estar afianzados), quienes no necesitan de visión introspectiva para denotarles sus tensiones, sus divagaciones, sus pudores. Éstos no tienen nada más que mostrarnos que en lo que pueden convertirse en ese proceso de de evasión, de redescubrimiento. Nada podría saberse antes del final, pues las conclusiones siempre se distinguen en el desenlace; y eso esperaron, los tres, para poder juzgarse. Jacobo y Herman tienen fuerte arraigo a su vida aburrida totalmente voluntaria. ¿Martha? Se da una segunda oportunidad...
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