jueves, 23 de agosto de 2007

PERMANENT VACATION (1980)

de Jim Jarmusch

Chris Parker (Allie Parker)

Jim Jarmusch (1953) es el autor independiente norteamericano por antonomasia. En sus filmes figuran rostros marginales y penadores, que pueden ser disímiles en contexto (social, cultural, etc.) pero muy similares en la percepción de sus entornos. Jarmusch no cree en el drama ni en la tragedia como motores inspiradores de (sus) historias; es más, cree fervientemente en la linealidad de la vida, escasa de vértigo y emoción, pues así la retrata en sus testimonios fílmicos, en los cuales busca códigos que ayuden a sus personajes a identificarse con su realidad vivencial.

A raíz de esto nace la interrogante primaria de saber si nuestro entorno nos hace quienes somos... Jarmusch responde con Permenent vacation, su ópera prima, que sugiere la generalización de los contextos (el mundo) en relación al propio, al de nuestra comunidad misma, para entender que el territorio no es dador ni forjador de identidad, ni tampoco sus componentes humanos, sino la percepción de los mismos; adaptar nuestra visión del mundo con la realidad eventual ¿Es posible reestructurar nuestra ideología apreciativa forjada en nuestra educación inicial? Jarmusch en su primer testimonio audiovisual muestra lo errante como búsqueda de solución infructífera, donde las idas y vueltas indican divagación, mas no arraigo o descubrimiento de un hábitat propicio. Permanent vacation discurre por lo suburbial (en tierra de nadie), donde el hombre muestra su capacidad de supervivencia en la jungla de cemento, pues la 'civilización' no obliga profundas pruebas de fe, sino el entorno desprotegido y olvidado. Los atrapados en la linealidad rutinaria , de la gran ciudad, forman parte de una matriz sistemática parecida a la locura. Según nos indica la primera toma en la cual el pueblo convive con la lentitud de los episodios cotidianos repetidos, más algunos diálogos aislados en el transcurso del film.

Allie es el protagonista de esta historia sin desvaríos, llana, quien busca lo que sabe inexistente, pues su pesquisa no se encuentra en edificios ni firmamentos nuevos sino en su subjetiva visión del mundo. Él percibe simetría en cada esquina, pues se considera un outsider adelantado -o atrasado- a su época, de ideología inintelegible para los pacatos arraigados a las convenciones sociales. Allie sigue sus impulsos ávidos de novedades duraderas, pero la fantasía de lo novedoso se desvanece cuando la presencia por un corto instante. New York es simple y aburrido, los otros sitios donde estuvo también; el hombre es insulso, predecible y lineal, carece de drama y emociones adrenalínicas en su vida por orden natural... Ser hombre (humano) es el peor defecto de Allie.

Las campanadas sonantes desnudan su estado de nómade, de desubicación, de anacronismo. Busca reconciliación con su pasado (visita a su finca bombardeada y a su madre insana) pero esto solamente le confirma que una reestructuración es la mejor opción, sus cánones morales ya están afianzados en su subconsciente, por eso la mudanza de contexto es su último recurso, aunque sabe que en esta evasión no hallará respuesta. Para Allie la identificación se antepone al placer; roba un auto para cumplir su fantasia, pero lo vende para un pasaje al redescubrimiento, a París, su próxima decepción.

Jarmusch nos brinda su peculiar mirada de un New York caótico, discriminatorio, insulso y claustrofóbico, que atrapa a sus habitantes en círculos visiosos monótonos y desoladores, donde cada quien baila con su propia sombra. Los diversos lugares del orbe no brindan identificaciones características, según Jarmusch, sino la personalidad y aspiración del individuo. Allie se va a París, al mismo tiempo que un parisino llega a New York en pro de una búsqueda similar a la del protagonista. Intercambio equivalente entre dos sujetos decepcionados y pertinaces, pero optimistas y proactivos.

Permanent vacation apela al delirio moderado del surrealismo en su forma más convencional: situaciones inusuales en los contextos más comunes, como personajes disímiles para la realidad en los que se muestran. La elocuencia de Jarmusch hilvana el 'desorden' circunstancial de los acontecimientos con su mensaje lúcido de la caótica plaza que retrata, mostrando lirismo tangible lindante con lo onírico.

La puesta en escena es la más simple y llana de la filmografía Jarmusch y, probablemente, de todo el cine norteamericano. Jarmusch lleva al indie a otro nivel de minimalismo, bofetea al mainstream con su expresión llana en recursos tanto técnicos como artísticos. Demuestra que la personalidad ideológica es una virtud de lo más valorada en un autor, quien deja de lado los fajos regordetes de 'verdes' -o plomos- dólares para abrir su sencillera -o romper su alcancia- y expresar tras el cine sus más profundas apreciaciones de la vida misma. La maestría de decir mucho con lo aparentemente nulo y anecdótico, del aislamiento de circunstancias que narran más de lo que la primera vista proporciona. Jarmusch pide -harto- compromiso para con sus filmes, ojos bien abiertos y cabeza despejada. Si no es el caso, como Allie, divagaremos en un relato incongruente, tedioso, surrealmente desubicado e intolerable....

Antes de ver a Jarmusch lo más recomendable es una buena 'lavada de cara'.

No hay comentarios: