La tercera película del mexicano Reygadas es la mejor de su filmografía. Un triángulo amoroso es la base del relato -materia prima suficiente para que Televisa haga un boom televisivo- donde cada componente del trío está a dispuesto a ceder más que le otro. Reygadas plantea la definición del amor a raíz del dilema de Johan, quien vive un frenesí seudo revelador sobre la verdadera esencia de lo idílico, provocándole un conflicto emocional. Él querrá 'corregir' su error (un matrimonio con hijos) en pro de su felicidad definitiva; buscará desahogo (amical y paternal) disfrazado de asesoría, pues cree que su decisión 'moralmente' incorrecta, y demoniaca como dice su padre, es una disposición divina e incomprendida.
Lo solemne de Luz silenciosa es el tratamiento melancólico y subyugante de una trama que pudo perderse en el maniqueísmo que suele tentar a los relatos referentes al amor. La película es el relato romántico más auténtico desde Con ánimo de amar, de Wong Kar-Wai. La similitud radica en las concesiones por parte de los personajes, quienes sobreponen las convenciones morales al desaforo de sus sentimientos más profundos. En Luz silenciosa, los componentes del triángulo sufren, conllevan un mutuo acuerdo masoquista en el cual el perdedor sería quien ceda menos. Johan es quien lleva la ventaja de tener la última palabra, o eso es lo que creía, y se aprovecha de eso para comer de los dos platos. Poco a poco las mujeres van tomando al toro por las astas como cuando Marianne, la amante, manifiesta que prefiere la paz al amor, mientras culminaba un encuentro furtivo más entre ellos, dándole a entender una despedida. Del lado de Esther, la esposa, empiezan los estragos de una situación casi insostenible, lo cual se muestra en su semblante cada vez más alicaído. Todo eso presiona a Johan para acelerar su veredicto; privilegio del cual ya no parece gozar.
El día del juicio final, Esther deja a su ventaja en casa (sus hijos) y parte hacia la locación rival para el desenlace del dilema. Pero las confesiones previsibles- la de infidelidad recurrente
de Johan- golpean tan fuerte como las más sorpresivas, porque ver tangible a tu peor temor desmorona cualquier estructura preestablecida... El aguante de la sufrida esposa llegó a su límite, y escenifica la más entrañable víctima mortal del amor. Reygadas, con el pulso perfecto, realiza una escena memorable.
Luz silenciosa tiene algunos pasajes documentalistas, como el de las actividades cotidianas de los pobladores (la secreción de la leche vacuna) y el del ritual de defunción. Escenas de encargo de Reygadas para con sus colaboradores. En mi opinión, escenas erráticas, que distraen del conflicto pasional hacia una mirada fisgona del contexto desconocido... Una travesura que debió quedarse en el copión, mas no infiltrarse en el acabado.
La larga representación del ritual hacía presagiar un dilatado final fatalista de un destino que pudo evitarse, pero el trasfondo de esto es la solución del conflicto: Johan amaba más a su esposa. Las lágrimas 'de sangre' no pueden denotar más que el arrepentimiento de un asesino acorralado por su divagación, atribuyéndose todo el peso de la culpa. Lo que viene a continuación es un milagro en todo el sentido de la palabra, por el mismo significado que representa una resurrección y por lo logrado cinematográficamente. La muerta Esther abre sus ojos tras el contacto labial con su rival Marianne, quien le trasmite su amor -su vida- para intercambiarlo por paz... La paz de los muertos... de los que no hacen sufrir.
La puesta en escena es contemplativa. Se le atribuye (un largo) tiempo en escena a Johan para estructurar o reestructurar sus sentimientos. El pequeño, y aislado, poblado demuestra la modestia de los elementos a utilizarse, donde nada es pomposo, ni la condición económica de sus habitantes ni su apariencia física. El motor de pulsiones es la avidez por nuevos sentimientos, del cual todos salieron perjudicados. Reygadas llega al tope con su último trabajo, aunque no le atribuye banderas al arte (demostrado por el idioma extranjero en el que se cuenta la historia), es un gran registro para el cine latinoamericano. Se necesita de ese prestigio, porque eso brinda posibilidades de producción para esta zona tan obviada de atención. Junto a Hamaca paraguaya, por amplio margen, la mejor película del festival y, probablemente, de todo el 2007.
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