Diego Bertie (Enrique Aet), Vanessa Saba (Doris Beltrán), Gonzalo Molina (Oswaldo Aet), Paul Vega(Rodolfo Rodríguez), Alberto Ísola(Don Beltrán)
Una sombra al frente, La última película de Augusto Tamayo, fue el film peruano que más expectativas despertó en el marco del festival limeño. Estuve en su estreno y doy constancia de esa premisa: estreno a sala llena, entusiasmo casi desbordante y reunión familiar para su visionado. Creo yo, la única película que convocó público de todas las edades.
La pantalla mostraba los créditos mientras yo sufría un conflicto interno sobre la realidad de nuestro cine (su público, sus intérpretes y, sobre todo, su presente) provocado por la aprobación de una considerable mayoría. Efervescentes aplausos y frases juiciosas como “excelente película” , “muy bonita”, etc. iban en contraste con mi apreciación final. Motivos que intentaré dilucidar a continuación.
Enrique Aet (Diego Bertie) es un ingeniero aristócrata constructor de caminos, cuya mayor ambición es la misma – qué casualidad- que la del (los)gobierno(s) de turno: la comunicación con el oriente amazónico peruano. Su adjudicación del premio CONACINE despierta suspicacias, mas no sorpresas, pues como entidad del Estado premia (en su mayoría) proyectos con discursos patrioteros subliminales como éste, donde nos tipifica al ciudadano ejemplar, ahora pretérito, como el señor Aet, quien comparte las mismas ambiciones que los gobiernos de turno y, en favor de éstos, sacrifica sus impedimentos sentimentales como la familia, la paz y el amor.
Una sombra al frente nos enrostra la culpabilidad del subdesarrollo del país -somos el rebelde y 'desorientado' Oswaldo Aet quien encuentra trágico final por sublevarse al poder. Recalca, también, nuestra inoperancia, y actos contraproducentes, en pro de un futuro progreso... Un lavado de manos audiovisual del Estado para con su pueblo, que no es culpable pero tampoco inocente. Ésta es una película de encargo de CONACINE (del Estado) para Tamayo; encargo que regresa a la realización a un descontinuado director, que había aceptado la docencia como consuelo en épocas de (infortunadas) apariciones.
La historia es sugerente, pero eso no es lo que convoca masas (en nuestro país y en ninguna parte del mundo). Esa incertidumbre es ocasión pertinente para aplicar las técnicas del mainstream cholo; como la explotación del único catálogo de actores nacionales para telenovelas traducido al cine, personalidades figurantes sin ton ni son sólo para atraer a sus diversos admiradores prometiéndose la exhibición de sus talentos (promesa demagógica como los discursos de Estado que la patrocinan). Las intervenciones de Gassols como presidente, de Carlín como rival celoso y rencoroso, y un largo etc. (tan largo que abarca a todo el reparto) son totalmente gratuitas y descaradas como el póster del film, que anuncia -a toda luz- a esas celebridades como protagonistas de la historia. Manipulación desvergonzada de los (crédulos) visitantes irregulares de las salas, personas no entendidas ni interesadas en la crisis cinematográfica nacional, los cuales compran su boleto a cambio de ver a su figuretti preferido haciendo unas piruetas en pantalla. Así CONACINE asegura más receptores de su churrasco moralista, más apreciables sumas de dinero por la taquilla destinada a los irresponsables bolsillos ejecutivos.
Una sombra al frente es errónea desde su concepción intelectual. Está pergeñada para la explotación de la banalidad y el aritilugio atrayente de lo pomposo, del blockbuster. Le deja el timón al contexto embelecedor de un Perú que ya pasó, que fomenta nostalgia y curiosidad retrospectiva. Este recurso es el camino recto y sin trabas hacia el fracaso, pues le encomienda al contexto funciones que no están en sus posibilidades desempeñar exitosamente. Tamayo -a pesar de 'enseñar' cine- no conoce la doctrina que profesa. "El hábito no hace al monje", estribillo que ignora a pesar de sus años.
El melodrama fue la máscara perfecta para los despistados asiduos al relato lacrimógeno e incongruente, quienes se aboban con las bonitas fachadas, los vaivenes emocionales, y un rostro hermoso con cuerpo eróticamente fino como el de Vanessa Saba. Todo el buffet estaba servido para que el visitante irregular salga maravillado de la sala por el copioso presupuesto que se había derrochado, mas no por la mirada personal estética-expresiva de un realizador que ya no busca más que el reconocimiento de artesano detallista. Adjetivo que podría ser la inscripción sobre su lápida y única defensa contra sus, también, incosistentes colegas.
Tamayo busca explorar el pasado para ayudarnos a buscar identidad. Aclaración con la que justifica sus anacrónicos (e intemporales) relatos tanto en la puesta en escena como en lo argumental. Historias, ya, viejas desde antes que el cine pueda contarlas.
Aún así queda la expectativa, e ilusión, de una realización nacional que por lo menos valga lo que cuesta el boleto... El CCPUCP o los organizadores del festival aún me deben el reembolso.
1 comentario:
Una Critica a tu Critica:
MUCHO RUIDO Y POCAS NUECES.
GOD SAVE WILLY !!!
People Save William Shakespeare!!!....otherwise you can become John Fields-Gomez
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